La inmóvil sombra del vagón











"Alguna vez durmió y en sus sueños estaba el ímpetu del tren. Ya el blanco sol intolerable de las doce del día era el sol amarillo que precede al anochecer y no tardaría en ser rojo. También el coche era distinto; no era el que fue en Constitución, al dejar el andén: la llanura y las horas lo habían atravesado y transfigurado. Afuera la móvil sombra del vagón se alargaba hacia el horizonte". (En "El sur", Jorge Luis Borges.)

Prejuicios



"La lengua entronada
construye y deconstruye.
Lengua lacerante y sorda
lleva siempre en lo dicho una mirada taxativa,
traducción de un juicio definitivo
que no admite defensa:" 
(André Pierroux).


El río que no se ve, el eco que cae en la boca


“En el valle hay un sólido puente de hierro que el tren atraviesa sin cambiar de llanura, rumbo a otra localidad exactamente igual a nuestro pueblo. 
Bajo el puente hay nieve en invierno y sombra en verano. Jamás se ve agua en el fondo. 
El río no se preocupa del puente; discurre a su lado".

(Fragmento del libro "En tierras bajas" Herta Müller.)



Equivocación de paisaje

.

.
"Aquí y allá la tierra está partida,
mitad desolación, mitad ceniza."

(Delfina Tiscornia Gálvez . "Equivocación del paisaje")

Última inocencia





"Se fuga la isla" 

("La última inocencia", Alejandra Pizarnik:)


Χάρων




"Explicar con palabras de este mundo que partió de mí un barco llevándome".

("Árbol de Diana"Alejandra Pizarnik.)

La integridad de la palabras



"La poesía es a la vez un escondrijo y un altavoz."
Nadine Gordimer.

Desde el deseo







“A decir verdad, desde hace mucho tiempo enseño cosas para poder aprenderlas. Lo que se estudia desde el deseo se aprende y con la obligación en cambio apenas si se pueden aprobar exámenes”
Mauricio Kartun.

Percepciones

“En la casa de la isla ., caía entrando el atardecer, cuando el sol está débil, sangrando, y todo se confunde. Las sombras narran otra historia de los objetos. Sale como un humo interno que emite la verdadera esencia.  Esa hora exacta, la del crepúsculo, cuando los ojos ya no son confiables; allí mismo, ella llega al muelle, camina por entre los matorrales, sigue de memoria el camino del día. Y entra a la casa. La casa de madera, la que habla cuando llega el sueño, la casa viva en medio de la noche, la que murmura lo que la ciudad ignora o esconde a sus habitantes”.  (Fragmento de “Delta”, Fedra Spenelli.)

Señales


"Vos y yo sabemos
cuál es el rumbo
y nos basta".

(Victoria Olleros, "Nunca la oscuridad".)

Pausas y renovaciones


 "Ocurre muy de vez en cuando. Chirría el eje de la tierra y esta se para. Y entonces se para todo: tormentas, navíos y las nubes que pastaban en los valles. Todo. Incluso los caballos en los prados se quedan inmóviles como en una partida de ajedrez por jugar.
 Y un instante después el mundo se pone de nuevo en movimiento. El océano traga y regurgita, los valles humean y los caballos pasan del campo negro al blanco. Se oye también un sonoro chasquido de aire contra aire.
("Cuando el mundo se detiene",  Poesía Completa, Zbigniew Herbert.)

Confusa memoria del mundo del que procedes.


"La soledad es una amputación no visible, pero tan eficaz como si te arrancaran la vista y el oído y así, aislada de todas las sensaciones exteriores, de todos los puntos de referencia, y sólo con el tacto y la memoria, tuvieras que reconstruir el mundo, el mundo que has de habitar y que te habita.”



(Fragmento de "La soledad era esto", Juan José Millás.)

Versiones de la fatiga

"Iban y venían, ... silenciosos, como vuelan las moscas de otoño cuando el calor, la luz y el verano han pasado, penosamente cansadas, irritadas, arrastrando sus alas muertas contra los vidrios."



(Fragmento de "Las moscas de otoño", Irène Némirovsky.)


Las alas que sostienen el mundo


XXIII
Siempre habrá tiempo,
pero nunca sabremos qué será
de la hoja barrida por el viento
sobre tanta aridez tan calcinada.
 
El cielo sin clemencia del verano
no sacia la sed
de quien se apoya en la ventana:
 
sobre las ramas secas que arden tiembla el aire
y en la trágica inminencia
las alas de la mariposa que sobrevuela el fuego
sostienen el mundo.

(Poema de Alberto Szpunberg)

El viaje de las palabras







"Escribo por falencia, por descolocación; y como escribo desde un intersticio, estoy siempre invitando a que otros busquen los suyos y miren por ellos el jardín donde los árboles tienen frutos que son, por supuesto, piedras preciosas". 

(Fragmento de "La vuelta al día en ochenta mundos", Julio Cortázar.)

En el eco sostenido del silencio

XII
 
Hojas como alas
en el viento,
sorprendidas,
por temor de la sangre,
íntimos ríos,
que llevamos y nos llevan
al encuentro de nosotros
como un pálpito
en el eco sostenido del silencio.


(“Cómo solo la muerte es pasajera”, Alberto Spunberg.)

Sutil cadencia





"Dame una respiración que no se agite
ni se quiebre. Dale a mi corrazón un  ritmo
sereno y constante: el cielo de las estaciones,
las fases de la luna, el previsible, calmo tránsito
de los días y los meses".

(Claudia Masin, "Abrigo")

Mudez de pájaros y viento






"Yo no sé de pájaros, no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas".


                                  Alejandra Pizarnik.

Como una lágrima de silencio en los ojos del pájaro


"... Una mirada perdida en el pájaro,
un pájaro perdido en la mirada
... Las olas perseguidas por los ojos
Las olas perseguidas por el silencio
El silencio en la mirada del pájaro
Las olas en la mirada del pájaro
.. Es preciso crear la luz y el sueño
En el hueco de la mano" (...)

(Fragmento de "Un día vendrá", en "El ciudadano del olvido", Vicente Huidobro.)

Después del aguacero

¿Viste cómo llueve? Llovió así toda la noche
y a cada cierto tiempo yo te hablaba, estuvieras donde estuvieras,
aunque fuera en el extremo más inalcanzable
de la tierra. Cuando llueve así, toda la noche, te decía
pareciera que el mundo va a desprenderse de su eje,
pero la sorpresa más inmensa es que el vendaval termina
y todo permanece como estaba, apenas un poco de desorden
que lentamente se transforma en armonía.
Desde niños, vivimos sobreviviendo a catástrofes como esa,
a los efectos de lo que tendría que haber pasado y no pasó:
que la casa se inunde y nuestras cosas se pierdan
arrastradas por la marea sucia, entre piedras y palos
y restos de animales, un desperdicio más lo que hasta entonces
ha sido nuestra historia, los objetos
que confirman que somos seres físicos y no un soplo
filtrándose desde afuera de esa vida brutal de la materia
que no se detiene jamás para incluirnos. ¿Soñaste alguna vez,
cuando llega la violencia del aguacero,
con que el río se salga de su cauce para siempre y nos empuje,
soñaste con la noche en que el rayo finalmente nos alcance,
descalzos bajo la luz, como esperando saber algo
que sólo el impacto de una fuerza sobre el cuerpo
podría revelarnos? Pero el rayo no cae, no cayó.
Ese es el mayor desastre que conozco: haber estado al borde,
una noche, de que nos fuera concedida una verdad
extraordinaria, y al amanecer darnos cuenta
de que somos los mismos y no sabemos nada
que no supiéramos ya.

                                                              ("Llueve” poema de Claudia Masin, de su libro “La Plenitud”)

La voz del agua dulcemente cierra el mundo







"Todo el día mi alma hoy estará suspensa
de la voz del agua,
como en un sueño
mojado".






(Fragmento de "Lluvia", poema de Juan L. Ortíz)

El llamado del río

(…) “Había otra cosa y era esa leve fragancia que en determinados momentos llegaba del monte sin poder precisar su origen porque no era un olor único y reconocible, como el del jazmín del país, por ejemplo, sino un olor vago y general, un olor del tiempo. Y el río trajo sus cosas también. Sobre todo aquel llamado que nos urgía desde todas partes, principalmente desde el río abierto que resplandecía cada vez más. Entonces nuestros pechos se dilataron como si les faltara el aire y se apoderó de nosotros un ansia desmesurada de partir porque la tierra debajo de nuestros pies se había tomado extraña y todos los lugares estaban allí, de alguna manera presentidos, enviándonos sus mensajes a través del río.                            (“Todos los veranos”, Haroldo Conti, Cuentos completos).

Respiración



"Y atrapó el aire
para volver a ver
y respiró
como si inaugurara el mundo."

("Respiración", Victoria Olleros")



De qué aire se cubre la luz



XXIX
La hiedra reverdece en la pared del patio,
un brote se asoma a mi ventana
y me explica por qué has venido, 
de qué aire
la luz violeta
se cubre de estrías doradas
y tus ojos, como un milagro, amanecen.
(Alberto Szpunberg, "El libro de Judith")


Logogrifo

                                                
                                                                               Palabras y enigmas.

Como un salmo, la luz


"Para moversse en el revés de la sombra,
repite, como una letanía, 
el canto de la creación"
(Victoria Olleros, Nunca la oscuridad.)

Como entre lágrimas al través de los claros flecos del agua

..." La tierra estaba seca como una piel, áspera, seca hasta en el extremo de las raíces, ya como huesos; se sentía flotar sobre ella una fiebre de sed, un jadeo, que torturaba los hombres.
Las nubes oscuras como sombras de árbol se habían ido, se habían perdido tras de los últimos cerros más altos, se habían ido como el sueño, como el reposo. El día era ardiente. La noche era ardiente, encendida de luces fijas y metálicas.

En los cerros y los valles pelados, llenos de grietas como bocas, los hombres se consumían torpes, obsesionados por el fantasma pulido del agua, mirando señales, escudriñando anuncios...

(...) Bajo sus pies descalzos crujían las hojas vidriosas. Miraba a ambos lados las largas hileras del maizal amarillas y tostadas, los escasos árboles desnudos y en lo alto de la colina, verde profundo, un cactus vertical. A ratos deteníase, tomaba en la mano una vaina de frejol reseca y triturábala con lentitud haciendo saltar por entre los dedos los granos rugosos y malogrados.
A medida que subía el sol, la sensación y el color de aridez eran mayores. No se veía nube en el cielo de un azul llama. (...)
Todo lo que se dominaba del paisaje, desde la colina, era una sola variedad de amarillo sediento sobre valles estrechos y cerros calvos, en cuyo flanco una mancha de polvo calcáreo señalaba el camino.

No se observaba ningún movimiento de vida, el viento quieto, la luz fulgurante. Apenas la sombra si se iba empequeñeciendo. 
Parecía aguardarse un incendio.
(...) El aire estaba espeso e irrespirable, el sudor le corría copioso y él giraba y corría siempre aguijoneado por la angustia.
... Era agonía. Era sed. Un olor de surco recién removido flotaba ahora a ras de tierra, olor de hoja tierna triturada.

                                                                  (...) Una gruesa gota fresca estalló sobre su frente sudorosa. Alzó la cara y otra le cayó sobre los labios partidos, y otras en las manos terrosas.
... Y otras frías en el pecho grasiento de sudor, y otras en los ojos turbios, que se empañaron...
Ya el contacto fresco le acariciaba toda la piel, le adhería las ropas, le corría por los miembros lasos.
Un gran ruido compacto se alzaba de toda la hojarasca y ahogaba su voz. Olía profundamente a raíz, a lombriz de tierra, a semilla germinada, a ese olor ensordecedor de la lluvia.
Ya no reconocía su propia voz, vuelta en el eco redondo de las gotas. Su boca callaba como saciada y parecía dormir marchando lentamente, apretado en la lluvia, calado en ella, acunado por su resonar profundo y basto".(...)

         (Fragmento de "La lluvia", Arturo Uslar Pietri.)

Simpleza que no hace falta explicar

"la luna tiene un caso con el sol. Yo no sé bien pero la vieja Jashi sabe. La luna se muere y la gente tiene que hacerla vivir de nuevo” 



(Fragmento de Shunko, Jorge W. Abalos, 1949).

El hablador

















 "Las oyentes seguían, inmóviles, silenciosas, asintiendo, lo más, de vez en cuando, con un leve movimiento de cabeza, como si cada quien escuchara la versión nueva de la historia del mundo, como si compararan ésta con la suya propia.".





           (Fragmento de "El cantar del profeta y el bandido",
                                              Héctor Tizón).

El río metido adentro


                                                 "El viento sopló desde el río. Aquella brisa húmeda y furtiva, 
                                                              semejante al roce de una sombra"
                                                         (Fragmento de "Sudeste", Haroldo Conti.)

Dos tiempos y dos luces



                                          "Entraron de lleno al invierno.Y fue como si atravesaran un largo 
                                                            y desolado valle sumido en las penumbras". 
                                                                        ("Sudeste", Haroldo Conti").

El río cambia





“El río cambia. A veces es duro y amargo, pero otras veces
                                                             parece hecho a la medida del hombre" 
                          



(Fragmento de "Sudeste", Haroldo Conti)