Relámpago del instante



"Raro relámpago del
instante,
brilla y ciega sobre
                                                          un plato blanco y vacío.
                                        Hay que acoger el fulgor de la ausencia,
                                                                          reflejar
                                                                   el don de lo que no está
                                                                                  en cada cosa que creamos".

                                                                                       ("El anuncio", Hugo Mujica.)

Mover el aire


"puedes contarme cualquier cosa 
creer no es importante 
lo que importa es que al aire mueva tus labios 
o que tus labios muevan el aire 
que fabules tu historia tu cuerpo 
a toda hora sin tregua 
como una llama que a nada se parece 
sino a una llama." 

("Historia", Blanca Varela.)

Donde la belleza


"Hay vidas‭ 
en las que el alma‭                  
se abre más hondo‭ 
          que donde esas vidas laten,
se abre como un relámpago‭ 
    sin cielo ni trueno,
como una herida sin pecho‭
                                           o un abismo
                                         donde la belleza es alba".


 ("Más hondo", Hugo Mujica.)

Respiración del tren

 "El silbato del conductor

es un guijarro

cayendo al pozo gris de la tarde.

El tren parte con resoplidos

de boxeador fatigado.







El tren parte en dos al pueblo

como cuchcillo que rebana pan caliente.


Los vagabundos quedan mirando

a los niños andrajosos

que juegan entre castillos de madera.




De las chozas dispersas a lo largo de la vía

salen mujeres a recoger carboncillo entre los rieles,

otras reúnen la parchada ropa

crucificada en los alambres

tendidos en los patios llenos de humo,

y algunas inmóviles y serias como grandes sandías

recogen en los umbrales el lerdo sol de fines de otoño,

ese sol que apenas puede escurrirse entre los álamos".

                                    ("Los trenes de la noche", 13, “Crónicas del forastero”, Jorge Teillier.)

Y si corre el agua de olvidar

"El agua de Memoria está en mi corazón".


(Fragmento de "Versos órficos", Marguerite Yourcenar.)


Para sencillos habitantes que piden agua y luna

..."Yo tengo la alegría duradera del mástil,
la herencia de los bosques, el viento del camino
y un día decidido bajo la luz terrestre.


No escribo para que otros libros me aprisionen
ni para encarnizados aprendices de lirio,
sino para sencillos habitantes que piden
agua y luna, elementos del orden inmutable,
escuelas, pan y vino, guitarras y herramientas" ...

(Fragmento de "La gran alegría" - Pablo Neruda)

Diminutas revelaciones

"Esa pequeña voz que escribe los poemas. Quién, si no ella, podría decir nadie se baña dos veces en el mismo río. Arcaísmo sutil de un pensamiento que no desea ir mucho más allá, de la ofrenda o la celebración de diminutas revelaciones repetidas siempre, una y otra vez sobre la huella de la conciencia humana. 
Pura emoción que se traduce, se enfría como condición ineludible del recorte y vuelve a llamear, con fortuna, por gracia de resurrección sonora, verbal, a  cuyas ancas sentidos y significaciones se tejen como jaez que ornamenta, conduce y permite la monta del caballito flameante.


La voz del poema, la voz que el poeta cree su voz. Su condición de vanguardia consiste en ser retaguardia, vigía del fondo, tragafuegos que se funde con la última silueta anónima del cortejo de la feria. Ella lo sostiene, desde lejos, desde atrás, y lo impulsa a ser la cresta. Fondo y figura moviéndose fugaces bajo el tambor del corazón.
Las tareas de esta voz: permanecer atenta a lo inútil, a lo que se desecha, porque allí, detalle ínfimo, se alza para ella lo que ella siente epifanía. Las tareas de esta voz: deshacer las cristalizaciones discursivas de lo útil, y tejer una red de cedazo fino capaz de capturar las astillas de aquello que se revela. Atención y artesanía. Las tareas de esta voz: desatarse de lo aprendido que debe previamente aprenderse, y disminuir así los ecos de las voces altas para dejar oír la pequeña voz del mundo".
(Fragmento de "La pequeña voz del mundo", Diana Bellessi.)

Puertas y cerrojos




"y los cerrojos abren puertas"
( Alba Estrella Gutiérrez.)

Deletrear el río

                                                     ¿Ya le escribiste al río,
río incesante del más allá?


¿a sus campos que son almohadas
de pastizales azules?
¿nombrarlo ya sabrías?
un verso vuela, flecha lanzada,
no para seguir buscando
apagando agua
¿empezaste a nombrar los cielos
caminadores de las costas?
¿a contestar a su reclamo
en un anochecer de pajonales
-recubre esteros-,
pajonales de fin del mundo?


no lejos de la mano que escribe
huellas de pies descalzos
en la arena
una nube
que buscara
ablandar
su imagen
en el agua




tardes,
son conversaciones
con un río
en que la distancia juega
a que lo borra
-remansado caracol
hallado entre espartillos-
de tus pasos llega
¿nombrarlo ya podrías?
ayeres convertidos




en hojas temblorosas
son ahora
 esas imágenes de los años
 llegan por resucitaren tu mente
un río
fotos dispersas



bajo una luz de lámpara
               al sol azul                  
de la memoria
anocheceres
llegando a las barrancas
¿tu conversar de ríos?
  ¿empezaste
a ser palabras de tu río?



¿ya te recibiste en río?
alamedas
fotografiadas
por el ausente
         río de un caracol
   en tu oído
por el cuerpo
adivinado
Hudson,
en caminatas semejantes...
arboledas
a flor de frescura
al entrar en el agua
te enredaste en las ramas
¿cuánto perdura una imagen
en el agua?
 tu cuerpo en crecida
luna diurna de amigos
avanzas, transformas
costas, leguas, nubes
¿empezaste
a ser raíces de tu río?



¿aguas zoólogas,
luz de nadie?
desiertas las imágenes,
los campos desiertos
rancho pausado
al borde del remanso
un espinillo
baila
con el sol
ausente
verías aprontarse
y pasar
la creciente
deletrearlas
como a sueños
las costas
¿a qué juegas, espinillo?
por recibirte
puse en presente las cosas de mi cuarto.


("Palabras a un río",  Arnaldo Calveyra.)

Andenes por donde pasa el viento





"Te gusta llegar a la estación
cuando el reloj de pared tictaquea,
tictaquea en la oficina del jefe-estación.
Cuando la tarde cierra sus párpados
de viajera fatigada y los rieles ya se pierden 
                       bajo el hollín de la oscuridad.





Te gusta quedarte en la estación desierta
cuando no puedes abolir la memoria,
como las nubes de vapor
los contornos de las locomotoras,
y te gusta ver pasar al viento
que silba como un vagabundo
aburrido de caminar sobre los rieles.



Tictaqueo del reloj. Ves de nuevo
los pueblos cuyos nombres nunca aprendiste,
             el pueblo donde querías llegar
         como el niño el día de su cumpleaños


y los viajes de vuelta de vacaciones
cuando eras  -para los parientes que te esperaban-
sólo un alumno fracasado con olor a cerveza.

                                                            Tictaqueo del reloj. 
El jefe-estación
juega un solitario. 
El reloj sigue diciendo
que la noche es el único tren
que puede llegar a este pueblo,


y a ti te gusta estar inmóvil escuchándolo
mientras el hollín de la oscuridad
hace desaparecer los durmientes de la vía.

("Andenes",  De "El árbol de la memoria", 1961, Jorge Teillier.)