"Un cielo de prelluvia
demora y demora un estupor de grises
y de azules... de azules, es cierto en inminencia aún
de decidirse...
lo demoraría
hasta esa penumbra en que habrá de desleír
su silencio, al fin,
apenas, éste, apenas, muy apenas, caído
o negado en una poco menos que adivinación de arpas, o de
brillos
a soñar pero que flotarían
en hilados, quizás, con intermitencias, por ahí,
en una casi ceguera, entonces, por encima
del tecleo que habrá de cristalear, por su parte, se diría
en abismamiento
a los lados de las banquinas?:
las ramitas
deberán por él, consecuentemente, de seguir
digitando su llamamiento, o qué?, de junto o en medio de un
misterio de marismas
sobre una nada de vidrios? ...”
...
("Entre Diamante y Paraná", Juan L. Ortiz.)