Salen a caminar, de madrugada, sin ser vistos.
Sólo el rumor de las grúas.
Han venido hasta la playa, en busca de sosiego
Se ha ido la noche.
Un límite preciso, escandaloso ropaje
de maderas mutiladas.
Alguien robó el velamen. El mascaron de proa
es una esfinge tallada con la sombra
de unos palos.
El agua, maldormida, se mece. A quién le importa.
El mar es una excusa en el paisaje.
Todo es quietud. También la herrumbre.
Este rompecabezas inconcluso,
se yergue sin pudores,
desnudo en su osamenta,
como la soledad,
como una voz que es grieta
y es lamento.