XXIII Siempre habrá tiempo, pero nunca sabremos qué será de la hoja barrida por el viento sobre tanta aridez tan calcinada. El cielo sin clemencia del verano no sacia la sed de quien se apoya en la ventana: sobre las ramas secas que arden tiembla el aire y en la trágica inminencia las alas de la mariposa que sobrevuela el fuego sostienen el mundo.