pierden su sentido
y no se puede nombrar ni el pan,
ni el agua, ... es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conservan su alegría
el licor de guindas que preparó la abuela
y las manzanas puestas a guardar".
(Fragmento del poema "Otoño secreto", de "Para ángeles y gorriones", Jorge Teillier.)
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