Los ojos abiertos mirarán por fin


"Lentamente... Nos volvemos viento. 

Todo el viento del mundo." 








(Fragmento de "Todo el viento del mundo", Edgar Bayley.)

Verdad y consecuencia

 

"He declarado con verdad. 
Limpia y profunda.
Letra en mi voz
 tardía. 
A mis espaladas 
negros, circulares y mezquinos cristales.
Estoy en viaje,
liviana y vertical.
He abierto por siempre,
el Libro de de los cerrojos

(Del "Libro de los cerrojos", Victoria Olleros)

La casa se llovía

"la casa se llovía
y ésa fue la causa del vino triste
y la mesa vacía"


("Memorias", del libro "El día" Edgar Bayley.)

Nada tengo salvo estos versos que llegan solitos, de tan lejos

... "porque el misterio es cerca."


(Del libro de poemas "La edad dorada", Diana Bellessi.)


Cartografía interior

"Dile al pájaro que solo hay árboles en mi corazón". 



("Huellas sobre una corteza", Clara Janés.)

Voraz

"El viento empuja decapitando límites,
y arrasa hasta moler a golpes
los pies del habla."


 "Tiempo", Clay Donovan.

Las ciudades y los signos

 "La memoria es redundante:
 repite los signos para que la ciudad empiece a existir"



(Fragmento de "Las Ciudades invisibles". Italo Calvino.)


Cambios de latitud y fechas

"... O por toda memoria,
una ventana abierta,
un bastidor vacío, un fondo
irremediablemente blanco para el juego infinito
del proyector de sombras". 



Fragmento de "Criptomemorias",  "Noventa y nueve poemas", José Ángel Valente.
Foto: L.A. 

Y caminar mi propio vuelo

"vuelvo
a ese lugar de espejo necesario
al paraíso irrenunciable de la infancia
y vuelvo a mi voz

grito de luz en el abismo"


(Fragmento de "Hilandera del viento",  Alba Estrella Gutiérrez.)

El río metido adentro


... " El viento sopló desde el río. 
Aquella brisa húmeda y furtiva, semejante al roce de una sombra".








(Fragmento de "Sudeste",  Haroldo Conti.)

Como nudos sembrados en el cuerpo

“..  recuerdos 
... como estremecimientos, 
como nudos sembrados en el cuerpo,
 como palpitaciones, 
como rumores inaudibles, 
 como temblores”




(Fragmento  de "El entenado", Juan José Saer.)


Clavada por un eje de luz en el cielo vacío

"En el jeroglífico había un ave, pero no se podía saber si volaba o estaba clavada
por un eje de luz en el cielo vacío. 
Durante centenares de años leí inútilmente 
la escritura.


 Hacia el fin de mis días, cuando ya nadie podía creer 
que nada hubiese
sido descifrado, 
comprendí que el ave a su vez me leía 
sin saber si en el roto jeroglífico
 la figura volaba o estaba clavada por un eje de luz en el cielo vacío".

(De "Treinta y siete fragmentos", José Ángel Valente.)

Lengua secreta




"... línea de la primera escritura
palabra de una lengua perdida 
intento escucharte 
... cuando 
no eres nada más que un barco 
al final de su viaje 
nada más que una escritura muda".




(Fragmento de "El color del tiempo", Clarisse Nicoïdski.)

El mundo era una crecida nocturna

"A la orilla del río
un niño solo
con su perro.
A la orilla del río
dos soledades
tímidas
que se abrazan.


¿Qué mar oscuro,
qué mar oscuro,
los rodea,
cuando el agua es de cielo
que llega danzando
hasta las gramillas?
A la orilla del río
dos vidas solas
que se abrazan.
Solos, solos, quedaron
cerca del rancho.
La madre fue por algo.

El mundo era una crecida
nocturna.

¿Por qué el hambre y las piedras
y las palabras duras?
Y había enredaderas
que se miraban,
y sombras de sauces,
que se iban,
y ramas que quedaban…

Solos de pronto, solos,
ante la extraña noche
que subía y los rodeaba:
del vago, del profundo
terror igual,
surgió el desesperado
anhelo de un calor
que los flotara.

A la orilla del río
dos soledades puras
confundidas
sobre una isla efímera
de amor desesperado.

El animal temblaba.
¿De qué alegría
temblaba?
El niño casi lloraba.
¿De qué alegría
casi lloraba?

A la orilla del río
un niño solo
con su perro".

("A la orilla del río", J. L. Ortiz .)

Gritos blancos

"con tinta
se escribe
contra
los gritos
blancos".





("Gritos blancos", en "Al margen / En marge", 
Silvia Baron Supervielle.)

... "y cantar sin pasado:
“Azul, azul, azul”,
hasta que llegue el miedo,
o el rojo con espuma.
O el frío".







Fragmento de "Azul", de “El humo” , Amelia Biagioni.

Paraísos terrenales

"Las ociosas manos en poder de un verso, tibias, aún, de una ternura."


 (Fragmento de "El hombre de Luxemrbugo", Arnaldo Calveyra.)

Balada del río roto

"Se ha roto el río. 

Pedazos de espejos rotos
navegan por todas partes. 

Van espejos con caballos.
Espejos rotos, con árboles. 

Se ha roto el río. 

Desazogados cristales
rotos, azules y verdes,
que no podrá juntar nadie. 

Se ha roto el río. 

Y el cielo, roto en el aire,
no sabe ya en donde verse,
en donde, roto, mirarse". 



“Baladas y canciones del Paraná - Canción 7",  Rafael Alberti.

De mundo a mundo, palabras



"Ayeres, mediodías, 
huellas a la grupa, 
 sombras.
Palabras de viento a viento".




"De una estafeta a otra", Victoria Olleros.

Como si fuese destino

... "ahí está la falla, la hendidura, como una gigantesca y deforme cicatriz del suelo. (...) 
La herida ... a la vista de los sobrevivientes: un tatuaje obsceno sobre la piel del mundo. Perdimos todo, y si algo ganamos fue el miedo, 
que desde entonces nos acompaña con cada temblor, como una culpa infame". 



(Fragmento de "El campo de golf del diablo", Paola Kaufmann.)

Los surcos de la sed

"Son cosas venidas del mar.
O de otra estrella.
Guijarros, erizos, astros
pequeños y vagabundos, sin brújula,
sin norte, con paso incierto. 
Poco
tardan. 
Como la felicidad"...



(Fragmento de  "Venidas del mar”, de "Los surcos de la sed", Eugénio de Andrade.)

Y caí como aquel que cae dormido


"Las cosas te serán contadas
al detener nuestros pasos
... Entonces bajé avergonzados los ojos".



(Fragmento de "El Infierno: Canto III" en "La Divina Comedia", Dante Alighieri.)


Contrasombra


" Y cómo acostumbrarme 
a la textura 
de esa nueva luz". 




"Nunca la oscuridad",  Victoria Olleros 

Pulsos y secuencias


"Hay palabras que son como una fiesta que cae del asombro de los pájaros".



                                                                    "Poesía vertical", Roberto Juarroz

Detrás de mi nostalgia

"Y la música cesa como un muro que se derrumba"


"Fragmento de "Lluvia oblicua", Fernando Pessoa.)

Paisaje abajo

"Y los navíos ...
.. dejan caer amarras dentro de las hojas".


(Fragmento de "Lluvia oblicua", Fernando Pessoa.)

Entonces no habrá sido en vano

     "otros verán el mar
la soledad del sueño
... otros tendrán la isla
conquistarán la inocencia
... entonces no habrá sido en vano
tanto descenso y tempestad y absurdo
tanto desprecio y lagos de sombra y brujas
tanto perdón y puerta sin llamado
un hombre una mujer
al principio y al fin del mundo
otros verán sin pausas
sin fronteras
inventarán el fuego y la confianza".

(Fragmento de "Otros verán el mar", Edgar Bayley.)

Mecer el mundo


"Todo cabe en las manos vacías."

(Fragmento de "Todo", Hugo Mujica.)

Silencio insomne


"Este silencio 
no deja señales"...












(Fragmento de "Silencio", Clarice Lispector.)

Primer desplazamiento hacia la luz

"Sostengo 
 este alegría 
que ligera y tibia
moja mis pies:"



("Paisaje Inaugural", Victoria Olleros.)

Crepuscular


"... Ahora todo era noche, noche arriba y noche abajo."
(Fragmento de "Delta", Fedra Spinelli.)

Esperanza e intemperie

"la memoria 
... desde el aire, nos respira.".






(Eduardo Galeano)

Bitácora a cuatro manos

"En la memoria
de los días que vendrán,
 itinerante de asombros".



(Paisaje inaugural, 

Victoria Olleros:)

Como un abismo de luz

... "como una herida sin pecho‭
...  donde la belleza es alba"


(Fragmento de "Más hondo", Hugo Mujica.)

Todo a lo largo de este mar, un filo



"... todo a lo largo de este mar, un filo
... En este instante,
todo a lo largo de su filo el viento"
.
(Fragmento de "El silencio",
                           Héctor Viel Temperley.)

Estarás en su regazo


J. M. W. Turner, Flares in High Seas, 1840




Exhorto

 

"Aún resuella tu memoria, 
 andrajosa nostalgia malherida."

 ("Respiración", Victoria Olleros.)

La calle de la infancia

"El Vitaminas tenía también un cuaderno en el que apuntaba los movimientos de los vecinos. Un día, tras hacerme jurar que le guardaría el secreto, me confió que la tienda de ultramarinos servía de tapadera para ocultar la verdadera identidad de su padre, que era agente de la Interpol, revelación que, como se verá, alteraría gravemente mi existencia.
... Como el Vitaminas no podía ayudar a su padre en la tienda, le echaba una  mano anotando las costumbres de la gente. (... )
Todas las anotaciones eran claras, sintéticas, sin opiniones. No escribía jamás un «creo» ni un «me parece» ni un «quizá». ... Yo envidiaba aquella escritura seca, todavía la envidio.


... Un día, el Vitaminas me aseguró que desde una de las ventanas del establecimiento de su padre se veía la calle. La revelación me pareció una extravagancia, pues para ver la calle no hacía falta asomarse a ninguna ventana, vivíamos en ella. Pero lo dijo con tanto misterio que le pregunté si me la podía enseñar.

—Hay que esperar el momento adecuado —señaló. (...)



La tienda tenía el cierre metálico a medio echar, lo que significaba que estaba cerrada al público. 
El padre del Vitaminas se encontraba en el bar y la madre en la trastienda, que hacía también las veces de domicilio. El Vitaminas entró agachándose en la tienda y yo le seguí ...me condujo detrás del mostrador
 y me pidió que tirara de la argolla de una trampilla que había en el suelo. 
Lo hice y apareció una escalera de madera prácticamente vertical que conducía a un sótano al que descendí detrás de él, 
cerrando de nuevo la trampilla a mis espaldas. 

Pronto me sentí sumergido en un universo de olores

Olía a chorizo, a queso, a salchichón, a aceite, a bacalao, porque aquello era un almacén oscuro y angosto por uno de cuyos extremos, en el que había un respiradero situado al nivel de la calle, se colaba una porción de luz. El respiradero se encontraba cubierto por una reja metálica muy tupida, la mayor parte de cuyos agujeros estaban cegados por una suciedad de siglos. Por lo demás, la estancia era húmeda y fresca en relación a la superficie.
El Vitaminas me señaló una caja de madera a la que nos subimos para asomarnos a la calle a través de aquel ventanuco.
—Mira —dijo.
Miré y vi una perspectiva lineal de mi calle, pues en la zona donde se encontraba la tienda la acera se ensanchaba, de forma que el edificio formaba un extraño recodo. Me pareció una tontería, al menos durante los primeros minutos, pasados los cuales tuve una auténtica visión. Era mi calle, sí, pero observada desde aquel lugar y a ras del suelo poseía calidades hiperreales, o subreales, quizá oníricas. Entonces no disponía de estas palabras para calificar aquella particularidad, pero sentí que me encontraba en el interior de un sueño
en el que podía apreciar con increíble nitidez cada uno de los elementos que la componían, como si se tratara de una maqueta. Vi la puerta de mi casa, desde luego, pero también la fábrica de hielo, la mercería, la panadería, el taller del escayolista, el del recauchutador, la academia de mecanografía... Quizá debido a la hora, la calle despedía el fulgor que debe quedar tras un ataque nuclear. Más que mi calle, era una versión mística de mi calle".

(Fragmento de "El mundo", Juan José Millás.)