“El camión de correo recorre el litoral transportando una única carga. Al final de un largo muelle una gaviota aburrida mueve las patas de vez en cuando y se olvida de anotarlo. Hay una amenaza en el aire ... Esta mañana parecía domingo. El cielo cumplió su parte no proyectando ninguna sombra sobre el muelle de madera ni sobre los chalets alineados, y entre ellos se ocultaba una pequeña iglesia con una docena de tumbas grises apiñadas como si ellas también tuvieran escalofríos”. (Fragmento de “Fines de septiembre”, Charles Simic, estdounidense.)
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