Y hay, entre todos los que se aman, algunos que no pueden
lograr nunca el descanso en los brazos del amado. A esos,
la serenidad del corazón no los alcanza, y les toca el trabajo
constante de inventar -para poder saber el uno del otro-
un lenguaje de señas semejante al de los barcos
que a través de luces o sirenas se llaman en la noche,
a veces se responden, otras veces se ignoran y se vuelven
solitarios y callados como las criaturas
del fondo del mar.
"El descanso", de Claudia Masin en "La Plenitud".
Foto: "Ejercicio plástico"; David Alfaro Siqueiros.
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