Niñez-paisaje

“No creo que exista en el mundo un silencio más profundo que el silencio del agua. 
Lo sentí en aquella hora y nunca lo he olvidado. 
Allí estuve hasta no distinguir la boya que sólo la corriente hacía oscilar un poco, y, por fin, con la tristeza clavada en el alma, enrollé el hilo y regresé a casa… 


Aquel barbo había vivido mucho, debía ser, por la fuerza que demostró, una bestia corpulenta, pero seguro que no moriría de viejo, alguien lo pescaría cualquier otro día. De alguna manera, con mi anzuelo enganchado en las agallas, 
tenía mi marca, era mío”…

(Fragmento de "Las pequeñas memorias", José Saramago.)

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