" Hasta el instante previo al momento en que empezamos a escribir, tenemos a nuestra disposición, el mundo -el que para cada uno de nosotros constituye el mundo, una suma de datos, de experiencias, de valores-, el mundo dado en bloque, sin un antes ni un después, el mundo como memoria individual y como potencialidad implícita; y lo que queremos es extraer de este mundo un argumento, un cuento, un sentimiento: o, tal vez más exactamente, queremos llevar a cabo un acto que nos permita situarnos en este mundo. Disponemos de todos los lenguajes: los elaborados por la literatura, los estilos en los que se han expresado civilizaciones e individuos en todos los siglos y países, y también los lenguajes elaborados por las disciplinas más dispares, los concebidos para alcanzar las más variadas formas de conocimiento. Y lo que nos proponemos es extraer de ellos el lenguaje más apropiado para contar lo que queremos contar, un lenguaje que sea aquello que queremos contar"
(Fragmento de "Cómo empezar y cómo acabar", "Seis propuestas para el próximo milenio", Italo Calvino.)