aire
estancado de olas muertas.
Sudario
de la tierra magra que soñó un poeta
alba
incierta como una oscilación ciega.
En
otro lado, una voz cantó la Oscuridad
y
le antepuso, a modo de ruego y de conjuro,
repetida como un mantra la palabra Nunca".
(“Nunca la oscuridad”, Victoria Olleros )
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