A
LA CASA EN VENTA
Como
a una esclava en un mercado antiguo.
Y
hubo algún vendedor
con
barbas de saber bien lo que hacía:
señalaba
la blancura de tus muros,
manoseaba
tus árboles perplejos.
Pude tasar la infancia de mis hijos,
Pude tasar la infancia de mis hijos,
las
lluvias y las siestas de veinte años,
las
caricias de Negro, de aquel perro
que
se quedó dormido entre mis brazos.
Y
cómo pude ver que, terminada
la
ceremonia oscura de la entrega,
otra
cara, otra voz, otra mirada
hacia
un no sé y un nunca te llevaba
entre
el rumor creciente de la feria.
Yo
debí pasar hambre hasta quedarme
con
todo el corazón a la intemperie,
antes
que ver hollados los recuerdos
por pisadas ajenas.
por pisadas ajenas.
Hoy
buscaré un mercado, uno cualquiera,
para
vender mis culpas.
Y
mi pena.
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