A la intemperie


A LA CASA EN VENTA

                          de Esther de Izaguirre

Te vendimos.
Como se vende un pan.
Como a una esclava en un mercado antiguo.
Y hubo algún vendedor
con barbas de saber bien lo que hacía:
señalaba la blancura de tus muros,
manoseaba tus árboles perplejos.
Pude tasar la infancia de mis hijos,
las lluvias y las siestas de veinte años,
las caricias de Negro, de aquel perro
que se quedó dormido entre mis brazos.
Y cómo pude ver que, terminada
la ceremonia oscura de la entrega,
otra cara, otra voz, otra mirada
hacia un no sé y un nunca te llevaba
entre el rumor creciente de la feria.
Yo debí pasar hambre hasta quedarme
con todo el corazón a la intemperie,
antes que ver hollados los recuerdos
por pisadas ajenas.
Hoy buscaré un mercado, uno cualquiera,
para vender mis culpas.
Y mi pena.

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