latido del corazón,
sin hacerse ver por mí pero mostrándose a los demás
como una máscara
que jamás me quita.
... Demasiadas fotografías son culpables.
Buscándole un parecido
en los perfiles egipcios
como de animales
que han quedado grabadas
en algunas monedas antiguas
pudo morigerar su antagonismo.
¡Cuchara, vidrio, cuchillo, aljibe, espejo!
No quiero más fotografías de esa cara
que no es la misma cara que estaba adentro
de una cuchara
ni en el vidrio, ni en el cuchillo, ni en el aljibe,
ni siquiera en el espejo".
Fragmento de "La cara", Silvina Ocampo.
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