"Y así, atormentaba a quienes, juraba, tenían boca de dragón,
seco el entendimiento, cargado de peras y manzanas.
Y en la desmesura, con cada admonición levantaba el índice,
señalaba las puertas del Cielo y del Infierno, como si tuviera
la clave última de la existencia y la potestad de reconvenir".
Del Libro de los cerrojos, III.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios