Del libro de los cerrojos
Las rejas, al igual que las aldabas, son ilusiones forjadas por los cancerberos.
La libertad es un sinlímite que no alcanzan a borrar los enemigos de los días de fiesta.
Aquellos que conocieron otras inclemencias saben de ardides para torcer
la torpe vanidad de los títiriteros.
Detrás de los muros, hay un espacio intocable. Aquel silencio que fue mudo temblor convierte su ostracismo en testimonio.
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