El último día de noviembre. El aire tibio y la noche sosegada.
La gente se fue acercando con el termo y el mate, los chicos en brazos, las sillas plegables.
La Sole se plantó nomás en el escenario y le puso el alma y la voz al espectáculo.
Cada región del país estaba ahí: en el canto plural y mano a mano.
Y fue la alegría. El público tuvo su fiesta; la artista, el aplauso.
Y fue la alegría. El público tuvo su fiesta; la artista, el aplauso.
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