....En
todas las fotos quedaba congelado en medio de un gesto. En todas las fotos
parecía no saber nada más. Pero ... siempre sabía más.
Por eso todas las fotos eran falsas. Y todas esas fotos falsas, con todas esas caras falsas, habían enfriado la habitación.
Quise levantarme de la silla, pero el vestido se me había congelado en la madera. Mi vestido era transparente y negro. Crujía cuando me movía.
(...) Fuera era verano. Las moscas, al valor, dejaban caer sus larvas. El pueblo se extendía bordeando el ancho camino de arena, un camino caliente, ocre, que le calcinaba a uno los ojos con su brillo.
Por eso todas las fotos eran falsas. Y todas esas fotos falsas, con todas esas caras falsas, habían enfriado la habitación.
Quise levantarme de la silla, pero el vestido se me había congelado en la madera. Mi vestido era transparente y negro. Crujía cuando me movía.
(...) Fuera era verano. Las moscas, al valor, dejaban caer sus larvas. El pueblo se extendía bordeando el ancho camino de arena, un camino caliente, ocre, que le calcinaba a uno los ojos con su brillo.
(Fragmento de "La oración fúnebre", del libro "En tierras bajas", de Herta Müller, Punto de Lectura, 2010)
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