La sal de la lengua
Escucha, escucha; tengo aún
algo que decir.
No es importante, lo sé, no va
a salvar el mundo, no cambiará
es hoy capaz de salvar el mundo
o cambiar tan solo el sentido
de la vida de alguien?
Escúchame, no te entretengo.
Es poca cosa, como la llovizna
que llega lentamente.
Son tres, cuatro palabras, poco
más. Palabras que te quiero confiar.
Para que no se apague su lumbre,
su lumbre breve.
Palabras que he amado mucho,
que tal vez ame todavía.
Ellas son la casa, la sal de la lengua.
Poema de Eugenio de Andrade, del libro “O sal da lengua”.
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