Digo Caracas, digo música

Si digo Venezuela, digo Caracas y digo Caracas, de paso, por trabajo. ¿Conociste Venezuela? No. Sí. Algo. Poco. Lo que se tiene a mano cuando uno está de paso,  y se va de la seca a la meca, casi nunca mezclada entre la gente del lugar.
Menos que una turista que ha comprado un paquete por agencia. Menos que un residente

 

Me habían alertado del calor que haría. Tengo la presión baja e iba con la guardia alta. Sin embargo, no hubo problemas con el clima.
Es cierto, por las mañanas hacía bastante calor. Sin embargo se sentía apacible, el cielo claro hasta volver nítidos los contornos de la ciudad.

Tampoco la falta de sueño o esa extraña sensación que tiene uno al vivir unos días en un espacio distinto, en un tiempo al que no está acostumbrado, resultó un obstáculo para conectarme con ese pedacito de Caracas que me estaba predestinado.

Siete horas de vuelo me habían aturdido un poco. Rebobino. Mi compañero de ruta, Carlín, un muchachito caraqueño de 19 años, que volvía de Buenos Aires a su país natal, había sido la mar de la amabilidad. Charlamos, con alegría.  No lo ví al bajar del avión. Cómo me gustaría encontrarlo y contarle que sí, que conseguí el cuatro, un instrumento de cuatro cuerdas típico de Venezuela que me recomendó para regalarle a mi hijo.

En el aeropuerto internacional de Maiquetía me recibió una chica del lugar: Asuil, Luisa al revés. Los nombres de la gente son muy diferentes de los nuestros, castizos: María, Isabel, Pedro. Las chicas se llaman Omaira o Tahís. Los hombres Igor o Arión.
  
El camino al hotel fue silencioso.
A derecha e izquierda
se veían los cerros, así los llaman cuando quienes los habitan son pobres. Las montañas verdes donde viven los ricos son colinas.

A las casas precarias en la Argentina se las ha bautizado como villas. Ellos tienen un modo quizás menos estigamatizante para nombrarlas: barrios. Lo que es para nosotros un barrio para los venezolanos es una urbanización.


 


Sigo con el primer día. Algunas pinceladas. Impresiones que deja este estar de paso.
Por la noche Thaís, que trabaja en un área de gobierno, me estuvo contando acerca de muchas cosas. Del horizonte político, entre otras. Ni falta hacía que habláramos del tema ya que como pronto hay elecciones parlamentarias en Venezuela, había un eco persistente de discursos antagónicos en la calle, en los medios de comunicación. Se sabe hoy en Youtube está todo. Para qué abundar.
Thaís habló también de los paisajes con que cuenta ese territorio de 900 mil kilómeros cuadrados que alterna selva y llano y playa. La joven venezolana conversó de la educación en los tiempos que ellos llaman de la primera revolución.

  

Y habló también sobre la importancia de la música en Venezuela. Hace más de treinta años, Antonio Abreu ideó el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles.

Un proyecto que sigue hoy vigente y tiene como objetivo darles una herramienta de inserción social a los niños y niñas venezolanas. Thaís participó en un tiempo del Sistema y tuvo su instrumento con el que practicaba cada día al volver de la escuela.


El Estado brinda a los chicos y jóvenes violines, trombones, saxos,tambores. Los ví llegar en grupos por las mañanas y las tardes al hotel donde me alojaba, cargando con sus instrumentos y ensayar durante horas. Se los veía felices. En ningún otro sitio tanto. Al término del entrenamiento, un micro pasaba a buscarlos.

  
La Fundación del Estado para el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV) considera a la música como obra social del Estado            venezolano.                                                     "La estructura funcional, educativa, artística y administrativa que da forma al Sistema es el Núcleo. Allí se llevan a cabo todos los programas orquestales y corales de la FESNOJIV, lo que los convierte en centros de enseñanza que, en muchos casos, funcionan como centros de promoción de las actividades educativas, artísticas y culturales de las comunidades", explica el sitio oficial de la FESNOJIV.Y continúa: "Los Núcleos varían en tamaño y complejidad y están ubicados en todos los estados del país. En la actualidad existen 180 Núcleos que atienden 350.000 niños, niñas, adolescentes y jóvenes, y forman una compleja y sistemática red de orquestas y coros juveniles e infantiles".
Para el Estado de Venezuela el Sistema "es un modelo probado de cómo un programa de educación musical puede crear grandes músicos y cambiar dramáticamente la vida de cientos de miles de niños pobres de un país. Su enfoque de la educación musical enfatiza una intensiva práctica grupal desde las más tempranas edades y el compromiso de mantener siempre presente la alegría y la diversión que se derivan del aprendizaje y la creación de la música".



"Los niños en edad preescolar comienzan estudiando ritmo y expresión corporal. (...) A los 5 años de edad los niños seleccionan sus instrumentos, comenzando con percusión y flauta dulce. También se unen a un coro con el fin de crear sentido comunitario a través del trabajo grupal. A los 7 años todos los alumnos pueden escoger su primer instrumento de cuerda o de viento. Los niños pueden cambiar de instrumento, pero no son alentados a hacerlo sin contar con un buen motivo".

Volvamos a Thaís y su recuerdo de Gustavo Dudamel, el más venezolano más conocido en la actualidad después de Hugo Chávez. Ella lo conoció de niño.
Dudamel nació en 1981 en Barquisimeto, donde estudió violín en el conservatorio Jacinto Lara con José Luis Jiménez y, más tarde, con el maestro José Francisco del Castillo en la Academia Latinoamericana de Violín. Siendo muy joven, a los quince años,  inició sus estudios de dirección de orquesta con el Maestro Rodolfo Saglimbeni y ese mismo año fue nombrado director musical de la Orquesta de Cámara Amadeus.

A los 19 asumió como Director Musical de la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar y continuó sus estudios de dirección con el Maestro José Antonio Abreu, fundador de la Orquesta.
Se barió camino. Ganó numerosos premios. Llevó la música de Venezuela por el mundo. En 2009 Dudamel fue nombrado una de las 100 personas más influyentes del año por la revista Time.

El Sistema
En una primera fase, la enseñanza está orientada al canto y la práctica de un instrumento. Los chicos aprenden a utilizar la notación musical estándar gradualmente. Semanalmente tienen tres niveles de práctica : grupal, seccional e individual. Lo ideal es que los estudiantes sean atendidos por los mismos profesores en las prácticas grupales e individuales, para lograr progresos más rápidos.  
Una de las características del Sistema es que los estudiantes toquen frente al público tanto y tan pronto como es posible. "Esto disminuye la presión de las presentaciones formales y permite que forme parte natural de sus vidas como músicos" .

"Desde una temprana edad, los estudiantes están en contacto con las distintas orquestas de El Sistema, desde las más pequeñas hasta la internacionalmente famosa Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar". El espíritu es que la música resulte algo cercano, accesible.
Al estar en funcionamiento hace tantos años, ya exiten profesores formados en el Sistema. "La mayoría de los educadores de El Sistema y líderes de los Núcleos fueron alumnos del programa".
Existe un plan de estudios nacional pero el programa puede ser adaptado a cada comunidad.





La formación incluye autores clásicos como representantes de la música tradicional y académica venezolana.
El lema del programa es "Tocar y luchar, una gran consigna para una gran orquesta". Para los músicos de El Sistema, Tocar y Luchar significa asumir la música como una experiencia colectiva y social, implica una búsqueda constante de excelencia y, sobre todo, perseverar hasta hacer realidad los sueños.

En 2005, el cineasta venezolano Alberto Arvelo, quien en su infancia recibió educación musical dentro de El Sistema en el estado Mérida, realizó  el documental "Tocar y Luchar" sobre el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios