Levanté la vista. Desde un panel de tres metros de ancho por cuatro de altura, me miraban Borges y Kafka.
Sus figuras mezcladas con colores audaces y símbolos reconocibles, no intimidaban, más bien parecían invitarme a seguir. Quise ver.
Más allá, sentado, el artista que los pintó, Rogelio Polesello. ¿Estaría supervisando la instalación? No lo sé. Estaba quieto. No daba órdenes. Conversaba con una mujer.
Más allá, sentado, el artista que los pintó, Rogelio Polesello. ¿Estaría supervisando la instalación? No lo sé. Estaba quieto. No daba órdenes. Conversaba con una mujer.
Seguí. La curiosidad me llevó a pasar de un panel a otro, de un espejo a otro. En uno se relejaba el escritor checo, en otro, el cuentista y poeta argentino. Más allá, el doble.
A unos pasos, la imagen proyectaba al autor del Aleph y la de María Kodama. Ella parecía salir de las fauces de un tigre.
Me dí vuelta. Volví a mirar hacia delante y hacia atrás. Estaba en un laberinto.
Espejos borgeanos y postales kafkianas, insectos, palabras, círculos, castillos.
Mañana abrirá sus puertas la II Bienal Borges-Kafka/Buenos Aires-Praga. Podrán verse las obras de Polesello y además muestras de danza y teatro y de cine y también. Habrá música y mesas de debate.
En 2012, el homenaje será en tierras de Kafka.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios