Polvareda

"... un polvo blanco como tamo de maíz que subía muy alto y volvía a caer; pero los pies al caminar lo devolvían y lo hacían subir de nuevo; 
así a todas horas estaba aquel polvo por encima y debajo de nosotros. 
Y arriba de esta tierra estaba el cielo vacío, sin nubes, sólo el polvo; 
pero el polvo no da ninguna sombra. (...)
Los ojos seguían la polvareda; daban en el polvo 
como si tropezaran contra algo que no se podía traspasar.
 Y el cielo siempre gris, como una mancha gris y pesada 
que nos aplastaba a todos desde arriba. 
Sólo a veces, cuando cruzábamos algún río, el polvo era más alto y más claro". 


(Fragmento de "Talpa", Juan Rulfo.)