Jugar a las escondidas

"Me sigue, sombra
latido del corazón,
sin hacerse ver por mí pero mostrándose a los demás
como una máscara
que jamás me quita.
... Demasiadas fotografías son culpables.
Buscándole un parecido
en los perfiles egipcios
como de animales
que han quedado grabadas
en algunas monedas antiguas
pudo morigerar su antagonismo.
¡Cuchara, vidrio, cuchillo, aljibe, espejo!
No quiero más fotografías de esa cara
que no es la misma cara                                                                             que estaba adentro   
                          de una cuchara
ni en el vidrio, ni en el cuchillo, ni en el aljibe,
ni siquiera en el espejo".

 Fragmento de "La cara", Silvina Ocampo.

Profesión de trino






"Tomo un pedazo de pan duro, 

lo remojo en el agua 
y lo doy a los pájaros de arriba. 
Come un gorrión el pan y luego tiende 
sus alas al espacio: 
… , el pan duro se ha convertido en vuelo". 

“Didáctica de la alegría - La Alegropeya", 
Leopoldo Marechal. 

El árbol inefable


Hay en la casa un Árbol
que no plantó la madre ni riegan los abuelos:
solo es visible al niño, al poeta y al perro.

Su primavera no es la que fundan las rosas:

no es la vaca encendida ni el huevo de paloma.
Su otoño no es el tiempo que trae desde el mar
caballos irascibles, por tierras de azafrán.
Al Árbol suben otras primaveras e inviernos:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.

Cuando la primavera sube al Árbol-sin-nombre,

vestidos de cordura florecen los varones;
y Amor, en pie de guerra, se desliza
de pronto a la sabrosa soledad de las hijas.
Entonces el sabor de algún cielo perdido
desciende con el llanto de los recién nacidos.
Pero cuando el invierno lo desnuda y oprime,
sobre los techos llueven sus hojas invisibles,
y, horizontal, cruza las altas puertas
alguien que por el cielo desaprendió la tierra.

Hay en la casa un Árbol que los grandes no vieron:

el enigma es del niño, del poeta y del perro.

Leopoldo Marechal - "Poema del árbol"

Progresión narrativa, el saber de la comunidad



"Como otras tareas de la comunidad, tiene la función de proporcionar expresión y contento a las experiencias particulares para que sean reconocidas por la totalidad de la sociedad, para que las percepciones (del  tiempo y del espacio, por ejemplo) puedan adquirir un significado común sobre el cual será posible construir el aprendizaje de cada ciudadano". 


"En la historia inuit, dice Bonnefoy, "muchos acontecimientos aparecen insinuados, os simplemente definidos por su ausencia, en relatos que aparentemente no dicen nada acerca de ellos."



"Las ideas inaprensibles de tiempo y espacio están siempre implícitamente presentes cuando quedan recogidas en una historia, y adquieren, bajo la forma narrativa, una identidad concreta que puede ser poseída, sea por un grupo o por un individuo." 


"Para el inuit ... el "buen verso" pertenece al individuo encargado de decirlo y a la sociedad que le ofrece ese encargo, del mismo modo que, para los occidentales, la tierra sobre la que está construida una casa pertenece a quien la habita o al tiempo asignado al trabajo o al ocio pertenece a cada ciudadano".

"La ciudad de las palabras. Mentiras políticas, verdades literarias", Alberto Manguel.