En esa lumbre


                                                                                                                            


"Defendido y mordido por la herrumbre
lo descubrí en mi sangre, en esa lumbre
donde el silencio empieza a ser poema.".

Fragmento de "Víspera del canto"; Amelia Biagioni)

Pronto amanecerá

... "El puente en medio de la noche
blanquea como la osamenta de un buey.
Entre la niebla desgarrada de los sauces
debían aparecer fantasmas,
pero sólo pudimos ver
el fugaz reflejo de los vagones en el río
y las luces harapientas
de las chozas de los areneros.







Nos alejamos de la ciudad
balanceándonos junto al viento
en la plataforma del último carro
del tren nocturno.

Pronto amanecerá.


... Pronto amanecerá.
Las estrellas desaparecen
como semillas de girasol
en el buche de los gorriones.
Los tejados palpitan en carne viva
bajo las manos de la mañana.









Y el viento que nos siguió toda la noche
con cantos aprendidos
de torrentes donde no llega el sol, ...











(...) El sol apenas tuvo tiempo para despedirse
escribiendo largas frases
con la negra y taciturna sombra
de los vagones de carga abandonados.
y en la profunda tarde sólo se oye
el lamentable susurro
de los cardos resecos....





.... Una estrella nueva
sobre los cercos rotos.

Sobre los cercos rotos de orillas de la línea ....


(...) Hasta luego: rieles, girasoles,
maderas dormidas en los carros planos,
caballos apaleados de los carretoneros,
carretilla mohosa en el patio 
de la casa del jefe-estación,
.tilos en donde los enamorados 
han grabado torpemente sus iniciales



...Yo hubiese querido 
ver de nuevo el pañuelo ...
tus mejillas partidas por la escarcha
de las duras mañanas del sur,
tu gesto de despedida
en el andén de la pequeña estación,
para no soñar siempre contigo
cuando en la noche de los trenes
mi cara se vuelve hacia esa aldea ..






Hasta luego,
hasta luego.
Hasta que nos encontremos sin sorpresa
viajando por los trenes de la noche
bajo unos párpados cerrados".






(Fragmento de "Los trenes de la noche", Jorge Teillier, )

Permanecer en la luz

... "llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas

                                                                                                                Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas .... lo hechizan éstas con su sonoro canto sentadas en un prado donde las rodea un gran montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca. 

Haz pasar de largo a la nave y, derritiendo cera agradable como la miel, unta los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche. 
En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te amarren de pies y manos, firme junto al mástil, que sujeten a éste las amarras, para que escuches complacido, la voz de las dos Sirenas; 

                                                                                                                                                                                                                                                                                              y si suplicas a tus compañeros o los ordenas que te desaten, que ellos te sujeten todavía con más cuerdas.

Cuando tus compañeros las hayan pasado de largo, 
ya no te diré cuál de dos caminos será el tuyo; decidelo tú mismo en el ánimo. 


(Fragmeno del Canto XII, La Odisea, Homero.)

El escritor que compró El Paraíso

"Estuve por primera vez en 'El Paraíso' el 19 de octubre de 1968, cuando fui fugazmente a La Cumbre. Siempre soñé con un lugar así, apartado y cercano, y los monasterios sucesivos que poblaron mis monólogos - y el principal de los cuales se hallaba también en Córdoba, en las proximidades de Nono - fueron solamente anuncios del que por fin encontré en 'El Paraíso'. 




Tanto hablé de un sitio así, tanto anuncié y prometí que lo tendría, y detallé la vida que desarrollaría en él, que mis amigos terminaron, con razón, por no creerme, y mi proclamado monasterio se transformó en un fantasioso mito más.




Pero cuando estuve en 'El Paraíso' comprendí, adiviné que ese era el sitio esperado, y desde el primer momento me apliqué con pasión a conseguirlo.
Lo descubrí por azar, paseando. Un cartel unía su nombre a la información de que estaba en venta, y quizás, en mi subconciente, la magia de ese nombre operó de inmediato, pues ella hacía esperar la posibilidad de que el autor de 'Invitados en El Paraíso' convirtiese en realidad lo creado, misteriosamente, por su imaginación.



La enorme casa española, asomada entre viejos árboles, parecía llamarme, invitarme, con su lenguaje secreto. Poco después, obtenidas las llaves, la visité.
Recuerdo, como se evocan las narraciones de encantamiento, esa visita inicial. 








Fui de habitación en habitación, empujando puertas, desentumeciendo ventanas, y las exclamaciones de maravilla me apresuraban de un sector al otro, a medida que el caserón se me revelaba en la magnitud de sus sorpresas. Mi vieja costumbre de amueblar, de decorar mentalmente las grandes casas vacías, obró al punto, y pronto fui ubicando en la larga biblioteca futura, en los salones y en los dormitorios, mis cuadros, mis libros y mis objetos.

Salí luego al parque - al bosque de entralazada fronda - y allí prosiguió el hechizo, mientras que los edificios restantes, el lago, la pileta, el mirador, escalonados en distintas alturas, surgían de la sombra y de los recodos, proclamando lo excepcional del paraje.




Me propuse entonces, ahincadamente, ignorando aún como podía lograrlo, que 'El Paraíso' me perteneciese, seguro de que mi existencia encontraría ahí la propicia atmósfera para cumlir una nueva etapa."


(Manuel Mujica Lainez, manuscrito.)

Viajando por los trenes de la noche



"Ha terminado el verano.
Regreso a la ciudad como tanta otras veces
en el sudoroso tren de la tarde.
Ha terminado el verano,
no sin antes marchitar con sus manos polvorientas a los girasoles,
no sin antes resecar los cardos que crecen junto a los rieles.
A la ciudad debía acompañarme el viento del sur.
El viento que se queda rondando por los campos y es el sereno
que los villorrios escuchan sin esperanza todo el invierno
como ancianos que en caserones ruinosos pegan sus oídos 
a relojes sin
agujas.


El viento que barre con cardos y girasoles.
El viento que siempre tiene la razón y todo lo torna vacío.
El viento.
Quizás debiera quedarme en este pueblo
como en una tediosa sala de espera.
En este pueblo o en cualquier pueblo
de esos cuyos nombres ya no se pueden leer 
en el retorcido letrero
indicador.
Quedarme resignado como una mosca en invierno
escribiendo largos poemas deshilvanados
en el reverso de calendarios inservibles
sin preocuparme de que nadie los lea o no los lea,
o conversando con amigos aburridores
sobre política, fútbol o viajes por el espacio
mientras tictaquean las goteras del bar.


Todo empieza a quedar en penumbras.
El viento apaga la luz de los últimos girasoles.
Todo está en penumbras.
La campana anuncia la llegada del tren
y siento el mismo temor del alumno nuevo
cuando sus compañeros lo rodean
en el patio de cemento de la escuela.
Pero debo dejar el pueblo
como quien lanza una colilla al suelo:
después de todo, ya se sabe bien
que en cualquiera parte la vida es demasiado cotidiana.
Hasta luego: rieles, girasoles,
maderas dormidas en los carros planos,
caballos apaleados de los carretoneros,
carretilla mohosa en el patio de la casa del jefe-estación,
tilos en donde los enamorados han grabado torpemente sus iniciales.
Hasta luego,
hasta luego.
Hasta que nos encontremos sin sorpresa
viajando por los trenes de la noche
bajo unos párpados cerrados".

("Los trenes de la noche", poema 17, Jorge Teillier.) 

Eco de horas pasadas



..."Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia
—la sal y el agua
de mis días sin objeto"
...
(Fragmento de  “La despedida”, de "El mudo corazón del bosque" - Jorge Teillier.)


Leve






                                                   "El cielo habla un lenguaje gris,

y callan la grave voz del vino,

la leve voz del té".






("El lenguaje del cielo, Jorge Teiller.)

Antes del olvido


..." Viajemos, antes que las aves

... den comienzo al verano,
... Cuando vuelvan al estero
... en busca de su olvidada imagen.



Vamos hacia un lugar que no conozco,

pero cuyo reflejo me permite vivir.
El camino se pierde en la niebla ...
.

...



 Viajemos, antes que las aves
... den comienzo al verano,
... cuando en el estero encuentren
... su antigua imagen olvidada.




(Fragmento de "Para cantar", de 
"El ciielo cae con las hojas", Jorge Teillier.)

El mudo corazón del bosque


 "Si alguna vez mi voz deja de escucharse 
piensen que el bosque habla por mí con su lenguaje de raíces”


( En "El mudo corazón del bosque", Jorge Teillier.)