La mudez del río

del litoral

hay olor fresco en la casa
de ese que nos gusta tanto que cerramos los ojos y vemos
algo sencillo, como lejos, nubes, celeste.

Allá se le dice olor de mañana, se sonríe y temblamos un poco.
Entonces es llegar para abrir las ventanas y reír
que el frío es distinto porque tiene olor
escuchar la radio del vecino que está sentado en la vereda
acostarse pensando en eso, el silencio, como la nostalgia,
y de golpe, la lágrima, el ripio, el color de las piedras mojadas
ese andar desparejo entre los yuyos que forman un puente de vereda en vereda
quién sabe para quién.
El ripio que brota desde el sonido y la aspereza.
Se sabe bien ese andar, nos deja algo en la boca, que masticamos un rato
para meternos un poco más en la tierra. Y es tan lindo el verde de allá que no
                                                                                               [sabemos dónde ir,
en cada plaza una farola amarilla, de poste naranja, que de noche encandila.


De mañana hay mate caliente y junto al olor es distinto,
la yerba toma otro gusto, quedando la amargura en la lengua
que ya para las cinco está verde. Es el mejor momento para caminar.
Debe ser el asfalto y la mudez del río, algo cambia.


En el recuerdo se instala el sonido del primer tren de la mañana,
inflamos el pecho y respiramos con ganas
como si fuese nuestro primer aliento en estas tierras.

El olor fresco en la casa. Poema de Diego Vdovichenko.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios