La otra cara de Victoria


“El 27 de enero de 1979 cayó sábado y amaneció soleado. En la Villa Ocampo el calor húmedo se percibía con mayor intensidad. Enferma de cáncer en el paladar contra el que luchó durante casi veinte años, la escritora y editora Victoria Ocampo fallecía en su morada en San Isidro con caminos sinuosos, fuentes ornamentales, árboles y plantas dispuestos de manera informe. En realidad, de Victoria se creyó contar todo o casi todo lo relacionado a su infancia custodiada por institutrices, a la familia tradicional y aristócrata de la cual provenía, a las más diversas personalidades de su tiempo con las que dialogaba tête à tête, a los amoríos velados o públicos, al mosaico de ideas diversas y al bagaje heterogéneo del color literario de la revista Sur y demás yerbas". 


"Lo que no se sabe es que Victoria resistió tanto al peso arrollador de los terrores del franquismo como también apoyó de manera incondicional a los frentes antifascistas organizados en la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial, pese a que tales debates se los adjudicaban como propios las conducciones masculinas de los partidos políticos de ese entonces. En verdad, el compromiso de Victoria con el debate antifascista tiene su historia. El desenlace de la Guerra Civil Española –1936 a 1939– congregaba al grueso del activismo de cuño socialista, anarquista, comunista, trotskista y liberal de nuestros ambientes citadinos, para intervenir con una activa participación y entrega militante a la causa republicana. Un sinnúmero de mujeres apoyaron al Frente Popular español y constituyeron un movimiento abierto y autoconvocado a la hora de hacer oír su repudio. Recolectaban fondos económicos y alimentarios para los leales y también concientizaban sobre el alcance de sostener la república y derrotar al fascismo". 


"En el grupo de intelectuales y políticas se encontraba la Ocampo junto con María Rosa Oliver, Alfonsina Storni, Fryda Schultz de Mantovani, Norah Borges, Alicia Moreau, Iris Pavón y Salvadora Onrubia Medina, entre otras tantas, quienes al mismo tiempo mantenían un compromiso ineludible con el feminismo local. En cuanto a Victoria, en julio de 1936 participó de un manifiesto firmado por un conjunto de escritores argentinos que rechazaban el golpe de Estado contra el gobierno de la Segunda República Española. A la vez, ella y su íntima amiga, María Rosa, renunciaron al P.E.N. Club por no acordar con la política de la comisión directiva por las simpatías que le provocaban dichas huestes. Una picaresca de la cultura criolla: ¿Quién podía suponer que mientras Victoria motorizaba sus fuerzas intelectuales para denunciar las atrocidades del bando nacional al mando del Generalísimo, el escritor Julio Cortázar, siendo estudiante, defendía el triunfo de la Falange en Madrid?"


"Otro dato que supuestamente se desconoce: esta escritora y mecenas identificada por sus gafas blancas del mismo modo que la plástica Marta Minujin con sus lentes de sol, no sólo combatió al nazismo al albergar a judíos fugados de las garras del régimen aniquilador, sino que además fue la única mujer invitada para observar los juicios de Nuremberg. De acuerdo con el libro Cartas de Posguerra, publicado por la Editorial Sur, Victoria, al ser invitada por el Consejo Británico para las Relaciones Culturales, en marzo de 1946, emprendió una larga travesía por Estados Unidos y Europa. Comenzó su prolongado itinerario en Río de Janeiro, Puerto Príncipe. Después pasó por Miami, Washington, Nueva York, para desembocar en Londres y luego terminar en la ciudad en donde se juzgó a la cúpula más alta de la jerarquía hitleriana”. (...)



Fragmento de la nota “Diario íntimo y político” (Suplemento Las 12, Página 12, 1 de febrero 2013, por Mabel Bellucci) 


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