Panorámicas





La distancia me permite contemplar en silencio y es un viento- inherente a mi espacio - que barre la hojarasca. Dejo a un costado la palabra para tener los ojos bien abiertos.





Horizonte y límite. Trazo una línea entre el cielo y la tierra, a la altura de mis ojos. Observo. Me detengo. Hago pie.  Estoy en casa.





El itinenario de un árbol es también el mapa de la intuición. Desde esa perspectiva miro, aspiro a la clarividencia de sus raíces, me subo por las ramas y me entrego, dócil, al paisaje.

El olor de la tiera y la sagacidad del tiempo. Nada irrumpe esta conversación secreta, esta ceremonia despojada de artificios.

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