Stéfano de Armando Discépolo en versión de Guillermo Cacace


Stéfano
La obra de Discépolo, estrenada en 1928  se mantiene, vigente. Un grotesco que borra poéticamente, en parte,  los límites de la "realidad convencional", para mostrar alguna de sus facetas más brutales.    

La trama
Un inmigrante italiano llamado Stéfano, de profesión músico, sueña triunfar, algún día, con una ópera nacida de su fanatasía.
Argentina, es esta parte de América, que fue alguna vez la tierra prometida para muchos inmigrantes que vinieron de Europa. Para Stéfano, para sus padres, a quienes convence de que dejen atrás su Italia natal para seguirlo en esta aventura de un provenir mejor.
También Margarita, su mujer, que alguna vez ató los sueños de Stéfano a los suyos. Han transcurrido los años. El balance de aquel proyecto puede medirse no sólo en el corazón del progatonista sino en quienes lo acompañaron y quienes lo han sucedido en la vida: sus hijos y su discipúlo.

Por una parte, su descendencia. Radamés, el bobo, quien paradójicamente fue nombrado así en honor del personaje del héroe de la ópera Aída, de Puccini. Lejos de brillar, este niño grande, no hace más que recordarle a Stefano la sombra de su fracaso. Lo mismo que Ñeca que parece el eco de su llanto escondido, ó Esteban, que en su empeño de ser poeta recuerda y remeda, a la vez, la ilusión quebrada de Stéfano.
Por otro lado, Pastore, su discipúlo, encarna la voz de quien tiene la dolorosa misión de abrirle los ojos al maestro, que ha perdido su lugar en la orquesta y con él,  el sitio como sostén del hogar y, símbolicamente, el de sus más profundos deseos.
La pieza dirigida por Cacace da vida al texto de Discépolo a través de una puesta inteligente que se permite indigar en los bordes de los personajes para traer al primer plano sus notas más agudas. Está muy logrado el contrapunto entre Stéfano, en la piel de Rául Ramos, que deja al desnudo la angustia de querer ser y no haber sido, y Pastore, interpretado por Antonio Bax, a quien le toca en suerte lo que todavía puede ser y hacerse.Como señaló Cacace en una entrevista, la obra se inscribe dentro del género del grotesco, un término que proviende de la palabra gruta, que es donde se mueven los personajes. 


La obra transcurre en un ambiente asfixiante, por lo precario, como era habitual en los conventillos de principios del siglo XX en Buenos Aires, y también por lo cerrado del espacio, donde faltan luz y límtes, incluso para dejarse caer.

Ficha técnico-artística
Autor: Armando Discépolo
Dirección: Guillermo Cacace
Actúan: Antonio Bax (Pastore), Sol Cintas (Ñeca), Gaby Lerner (Margarita), Titina Makantasis (María Rosa), Andrés Molina (Radamés), Jorge Nicolini (Don Alfonso), Raúl Ramos (Stéfano), Miguel Sorrentino (Esteban).
Escenografía y vestuario: Guillermo Cacace, Lala Celeznoff
Diseño de luces: David Seldes
Realización de vestuario: Emilia Martins
Música original: Patricia Casares
Operación de luces:  Leandro Crocco
Operación de sonido: Muma Casares
Producción general: Grupo Apacheta
Asistencia de dirección: Mario Gutiérrez - Muma Casares
Colaboración artística: Julieta Abriola
Prensa:  Simkin & Franco
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